SALIF KEITA EN CONCIERTO
Un gran poster de publicidad por las calles de Ouagadougou informaba desde hace meses que Salif Keita toca en concierto. Para más información, hay un número de teléfono en la misma vaya publicitaria para aquellos interesados.
No dudo en llamar… y a la tercera llamada me contesta un señor medio dormido. Le pregunto por el concierto y me dice que sí, este es el número pero; No sabe ni el día, ni el precio ni nada. Lo siento. Solo me puede aproximar, que quizás será antes del día 8 de marzo. Genial, esta naturalidad llamada; CERO ESTRÉS. ¡Me encanta!
Uno de los músicos africanos más reconocidos a nivel mundial viene a Burkina y no me lo quiero perder.
“Días antes del concierto anuncian en unos carteles que las entradas están a la venta en uno de los hoteles de la ciudad.» ¡Esta es la mía! —pienso.
Voy al hotel y en recepción me atiende un chico joven. Le pido un par de entradas pero, no sabe de que le hablo.
Ahora, habrá que esperar porque la publicidad va más avanzada. Todavía la comunicación no ha llegado al hotel. Doy por medio perdido el concierto pero, aquí lo mejor de todo es que siempre te sorprendes. Porque en el momento en que te rindes, lo consigues.
Nuestro querido amigo Félix ha conseguido las entradas. Me llama afirmando que las ha podido comprar y ¡nos vamos de concierto! Oh yeah, gracias al universo y a Félix.
Llegamos antes para pillar sitio. Somos un grupo de diez españoles, casi todos los que vivimos en Ouaga. La entrada nos ha costado 15 euros, aquí es mucho. Había otra por 8 euros pero la de 15 se supone que mola más.
El concierto es en una sala cerrada, climatizada. Suena bien, tipo Palau de la Música con detalles un tanto diferentes:
La sala parece más bien un almacén industrial. Paredes blancas para dar sensación de grandeza. Decoración de globos naranjas colgando del techo y las columnas forradas con papel de colorines. Sillas apelotonadas formando filas. Según la tapicería se ve la calidad de tu entrada. Las de 15 euros son las más bonitas “rojas con topitos blancos” y además las que estan más adelante.
Ya situados en toda una fila VIP, esperamos al artista. Nada, una hora de retraso. Tiempo suficiente para ir observando más detalles que te rodean. Uno de ellos es que más de la mitad de los aires acondicionados estan apagados. ¿Para ahorrar? No se sabe. El cuerpo empieza a desprender chorretones de sudor que te caen por todas partes. Gracias a Moumouni que va en busca de agua fresca sino, desmayo asegurado.
Empapados de sudor, por fin nos dirigen unas palabras. El presentador empieza a informar en tono alto y lleno de emoción que va a cantaaaaaaaaar … nadie entiende nada … ¿que pasa? No se le oye bien. El sonido va mal. Vemos que empieza el concierto y nos damos cuenta que es el telonero, que por cierto, canta play back.
¡Que bueno! Son de aquellos momentos que nos miramos entre todos y sin decir nada, nos reímos sin parar… Esa complicidad del expatriado que te une hasta el más allá de lo surrealista. Nos preguntamos si Salif hará lo mismo. Esperemos que no…
Seguimos en la misma posición. Sentados. Sudados. Empapados. ¡Y ahora sí! Por fin sube al escenario Salif Keita. Braaaaaaaavo.
La emoción es mucha aunque el sonido poco. ¡Por lo menos no es play back! Canciones que siempre he escuchado en casa suenan en directo. Increíble, disfruto como una niña por estar delante de un artista como Salif Keita.
Me olvido del calor, del sonido y bailo hasta el final.
Etiquetas: baile, concierto, musica
Compartir