DE BURKINA A BARCELONA POR PRIMERA VEZ
Después de tanto tiempo en tierras Africanas, ha llegado el día de volar a España para pasar las vacaciones. Esta vez, acompañada por Moumouni. Una experiencia muy diferente. Para él porque es la primera vez que va a conocer un mundo desarrollado. Y para mí, porque después de vivir en Burkina Faso, por mucho que quiera, la mirada hacia mi país, ya no es la misma.
La aventura empieza en los aeropuertos. Moumouni vuela por primera vez. Ciertas reflexiones no paran de surgir a medida que avanzamos. ¿Para que sirven tantos botones? ¿Por qué no paran el aire acondicionado si hace tanto frío? Poco a poco, y siendo conscientes, vamos entrando en el mundo de la abundancia. Donde lo que sobra se tira o lo que falta se desperdicia. Y la verdad, es bastante duro después de tanto tiempo viviendo situaciones tan límite, en donde tener agua y electricidad son motivo suficiente como para dar gracias cada minuto del día.
A partir de ahora y en cuestión de pocas horas, nos van a sobrar demasiadas comodidades, facilidades, agua, luz, internet, comida… y ¿Cómo le explicaré a Moumouni que hay una crisis muy fuerte en España? ¿Y que esta crisis es la peor en muchos años?
Nuestro día a día hasta ahora se basaba literalmente en realizar una acción diaria. He conocido a mucha gente que llega a África y sin dejar atrás su chip europeo, la primera semana se sienten realmente frustrados porque solo han podido imprimir su proyecto. En cambio, yo les felicito. Cualquier gestión que consigas en Burkina Faso merece tal respeto y consideración que pasa a ser lo suficientemente importante como para considerarte un “Crack” si encima consigues terminar una al día.
Ahora son miles de acciones por minuto que se pueden conseguir sin problemas. Sin darte ni cuenta: ¡Bienvenidos a Barcelona!
La llegada a la TERMINAL 1, impresiona. De 47 a 15 grados. De la Estepa a Europa. Del polvo al asfalto. De la naturaleza a los edificios. De la calma al estrés. Y los dos con chanclas de verano como dos turistas desorientados. Poco a poco el frío nos va despertando y nos llega a calar de una manera brutal. Tiritando de frío en pleno mes de mayo, me siento como una tía completamente distante de su clima natal.
Seguimos con mucha concentración para superar las primeras escaleras mecánicas y, sobre todo, mantener la calma ante la cantidad de información que corre por todas partes amenazando a tus ojos descaradamente. Pasillos llenos de indicaciones, publicidad, pantallas informativas.
—Aquí es imposible perderse con tantos carteles, me dice Moumouni sorprendido.
Me siento afortunada de ser Española pero vivir en África me ha hecho valorar tantas otras cosas de la vida. Quizás las mas importantes, y me alegro mucho por ello.
Ahora soy feliz de poder disfrutar de España con una mirada más consciente. Observando la ciudad desde otro punto de vista:
– Me sorprenden las calles de Barcelona, donde hace solo unos años, caminaba sin darme cuenta de que el agua de las fuentes es gratis. Después de ver a tantas personas luchando cada día por poder sobrevivir, recorriendo kilómetros incalculables en busca de tan solo unos pocos litros de agua, la verdad no tengo palabras.
– A Moumouni, en cambio, le sorprenden; Tantas palomas volando sin ser comidas en Plaza Cataluña, algo impensable en Burkina Faso, que hasta los murciélagos son un manjar. El Alcampo, con miles de marcas al alcance; “El pasillo de yogures, el de cerveza, el de papel de bater”. Túneles iluminados tanto de día como de noche. Autopistas interminables, teleféricos, barcos, montañas… Un sinfín de inputs que cada cual procesará en su interior.
En Burkina, hay muy pocos supermercados que disponen de marcas. Por supuesto, una sola marca por producto y aún gracias. Así que si un día te encuentras un Danone por allí, te sorprende tanto que hasta lo ves raro. Y realmente te lo comes despacio, saboreándolo, disfrutándolo.
También hay que tener en cuenta que solo las cuatro calles principales de la capital, están iluminadas y no existe nada subterráneo, ni parkings, ni túneles y mucho menos “el metro”.
Mostrar mi país natal a Moumouni, ha sido una de las experiencias más emocionantes de toda esta aventura. Mis ojos no han podido parar de emocionarse al mostrar el otro mundo que faltaba por conocer en nuestras vidas. Acompañarle sabiendo la realidad de Burkina no ha sido fácil. Quizás de las pocas veces que le he visto llorar y sus lágrimas sin duda han sido abrazadas por las mías.
Por supuesto hemos aprovechado para disfrutar de estas comodidades que dentro de poco van a volver a desaparecer.
La mejor anécdota de Moumouni, en el metro de Madrid. Al pasar la parada de BILBAO, me dice; ¿Oye, y porque no hemos aprovechado para visitar la ciudad de Bilbao?
Mi mejor anécdota; en Ouagadoudou, sin saber francés, le pregunté; ¿Y tu sabes cuantos abuelitos hay internados en la RESIDENCE D’ETAT MAJOR?
Como buenos turistas en La Pedrera
Etiquetas: choque cultural
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